lunes, 10 de mayo de 2010

Lagrimas para llenar el mar

Hace diez años fue la primera vez que lloré con un libro. Era El Señor de los Anillos, Frodo estaba tirado en el suelo, pálido y Sam luchaba contra la araña. Tenía tanta pena que hice lo que nunca volví ha hacer, pasar unas cuantas páginas del libro para ver si Frodo estaba realmente muerto. Mi gozo en un pozo, justo leí la parte en la que Sam, despues de luchar contra la araña, llegaba al cuerpo inherte de Frodo y llora desconsoladamente. Estuve llorando un rato largo, tanto que apenas podía leer una página más.

Desde entonces no sentí lo mismo. No había vuelto a llorar con un libro, con ninguno, hasta que vi que mi autora española favorita había sacado un nuevo libro, Paraiso Inhabitado de Ana María Matute. El libro, para mi, es como un cuadro, como una obra de arte. No sobra ninguna palabra, como pinceladas, como un Vangogh o como una escultura griega, cada cincelada crea una obra de arte que debería perdurar por siempre.
Sobre la historia, la leo como si andase de puntillas, es silenciosa. La historia de Adriana, la hija menor de una familia venida a menos. Muchos niños se siente como Adriana, miran el mundo con unos ojos diferentes, actuan de forma diferente y por ello son malos.

Cada libro de Matute deja marca, eso ya lo sabía, pero no me esperaba que Paraiso Inhabitado fuera a grabar a fuego el que un libro no es solo un montón de palabras bonitas juntas, un libro no solo cuenta la historia que está impresa en él. Ana María Matute es de esas autoras que hacen que leer sea una aventura, por que sus libros hacen que tu mismo sientas cosas que no podrás sentir de ninguna otra manera.

No lo recomendaría, lo exigiría a todas aquellas personas que alguna vez, de pequeños o mayores, han tenído un unicornio corriendo por su habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario