
Merton, Jardín, y ahora el lugar que llevaba soñando desde hacía años y años. Por fin pude ver a lo lejos un cartel, era de color crema y marrón y llevaba un águila y un niño...
El bar era más pequeño de lo que me imaginaba, al entrar cruje el suelo y las paredes de madera oscura, a ambos lados hay dos pequeñas habitaciones que les da privacidad a los clientes, si sigues recto hay una barra con cervezas y al otro lado de la barra un marco de puerta que pone en lo alto “Rabbit Room”. Sin duda era un habitación más grande que podría albergar en su anterior a todos los miembros de los Inklings. En esta habitación se encuentra una foto de C.S.Lewis, un marquito de madera para honrar a los Inklngs y una foto de Tolkien, además de un marco con una carta escrita por todos los Inklings (incluido Christopher Tolkien). El sitio sigue vivo ¡muy vivo!, gente joven que va a tomarse unas ricas pintas y pasteles de carne que estaban riquísimos, nos gustó tanto el sitio que repetimos, ya que además de ser sitio histórico, era barato y precioso.
Por último nos acercamos al norte de Oxford. Existen autobuses que te dejan justo al lado del cementerio de Wolvercote. Me recordó a las visitas que hacía a los cementerios de mi ciudad de Växjö, estaban siempre llenos de flores y tranquilos. El cementerio de Wolvercote es muy grande y cuando vi que las oficinas estaban cerradas me desesperé un poco. Pero inteligentemente habían puesto señales en el suelo que yo (no tan inteligente) no había visto. Tardamos unos minutos en encontrar la tumba del maestro. Por un momento me dio rabia que estuviera llena de ¡¡telarañas!! no, no, no, no, en la tumba del Maestro no habrá ni una araña, así que saque unos pañuelos y me puse a limpiar. Cuando por fin lo tuve todo limpio me pude sentar, simplemente sentarme por el sobrecogimiento que me daba estar en aquel lugar. Qué pequeñita me sentía.
Durante unos minutos me dediqué a mirar todo lo que había en la tumba. Cientos de personas habían dejado anillos, colgantes, pulseras, todo colgando de un precioso rosal. Habían candelabros y muchos papelitos escondidos por las ramas. También había un cuadro de www.elponeypisador.com del año 2009, que sin pretender molestarles, lo limpié (que tenía el cristal que mas que un poney parecía un burro) y lo re coloqué al lado del rosal donde lo encontré. También había bolígrafos dejados como ofrenda a este escritor. Por mi parte le dejé un pendiente que tenía el milagro de nunca perderse, yo me quedé con el otro, y sabiendo que dichos pendientes nunca se me perdieron, se que siempre estará a buen recaudo con el resto de las joyas. También dejé un bolígrafo, como mejor regalo a un escritor como él. Al cabo de una larga hora dejamos el cementerio y nos dirigimos a algún lugar tranquilo donde poder pasar la tarde. Nos fuimos al parque de la universidad de Oxford, a sentarnos junto a un árbol dorado y otro plateado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario